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12 agosto, 2011

Toc toc.

Sus cuentos no empezaban con un “Érase una vez”. Él no tenía una historia, según el pensaba. Su punto de partida empezaba y acababa con su vida latente, su verdadera historia guardada en una cómoda chimenea de los años 50.
El chico de esta historia se miró en el espejo. El pelo enmarañado, la cicatriz y los ojos verdes no le ayudaban a consolarse del puro aburrimiento que le acompañaba esta noche.
El tocadiscos suavizó el sonido de la tormenta. Ojos Verdes tenía una vaga sensación, quizá sería de aquellas en las que sabía que se le olvida algo, y luego daba con que ese día retransmitían uno de sus conciertos favoritos en la tele o se olvidaba de a qué hora había quedado con alguien. Pero esta vez no daba con la idea.
“Supongo que se me ha olvidado dar de comer a Pandora”
Acarició a su gatuna compañera de casa. Pandora se lamía los bigotes y comenzó a ronronear cuando su dueño le rascó las orejas.
Comprobó que la comida de Pandora no era el problema, y se sentó en el sofá a mirar su chimenea.
-         ¿Has visto cómo llueve, Pandora? Hoy vamos a tener una noche menos normal que las otras. Hoy me salvo.
La gata le miró, giró las orejas, y se volvió a dejar acariciar.
Ojos Verdes se quedó dormido. Tan sólo eran las diez de la noche, pero sabía que el resto de la noche no conseguiría dormir, así que no se preocupó.
Cuando las manecillas del reloj sonaron multitud de veces, con el séptimo relámpago, se despertó. Normalmente una tormenta no era gran motivo para despertarle, y lo supo. Supo que ésa no era la causa de su desvelo.
Pandora saltó de su regazo y correteó por la alfombra roja. Inclinó la cabeza y clavó sus amarillos ojos en su compañero. Quería decirle algo, pero Ojos Verdes sabía y sabe que los gatos no pueden hablar, por lo que miró algo extrañado a Pandora, y vió como se marchaba con aire divertido hacia el pasillo.
“A lo mejor es la música, esta es su canción favorita… qué digo, es un gato”
Y se volvió a tumbar. Cerró los ojos, pero no se quedó dormido.
No habían pasado un par de minutos desde su desvelo y sonó la puerta.

Entonces comprendió cuál era su sensación de aquella noche. Y maldijo que los gatos no pudiesen hablar.



1 comentario:

  1. Eres una artista con todo lo que te propones, me ha gustado mucho, espero impaciente la próxima....1b

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